Banquete de Gallo
En el salón principal de la Venta de Eritaña se celebró ayer una comida íntima
de los redactores y simpatizantes de la nueva revista literaria de vanguardia
Gallo, que hoy verá la luz pública, con objeto de festejar su aparición y
afirmar los granadinos ideales que inspiraron la idea de su fundación.
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Primeramente habló el el joven don Enrique Gómez Arboleya, en representación del
cuerpo de redacción de la revista.
Empieza diciendo que el gallo es un animal que tiene siempre una alegría
inquieta y juvenil; es un símbolo de juventud, cuyo canto confina por todas
partes con la aurora, y que por eso él, que es más joven y el más alegre de sus
redactores, es el que lo puede representar mejor.
Habla luego de la revista naciente, que, haciendo honor a su nombre, intenta ser
el comienzo de una nueva época para Granada. Todos sus redactores tienen el
deseo —dice— de incorporar a esta ciudad al mapa artístico mundial teñida con el
color alegre y jugoso de sus plumas. "Que se borren los últimos ecos románticos
y que todos los relojes canten la serenidad y belleza de la hora actual", es la
aspiración del grupo. Así Granada puede despertar.
Termina dedicando un recuerdo a don Alhambro, y diciendo que el gallo, que es
erudito e intérprete de turistas británicos, no tiene inconveniente en traducir
su kikirikí y ofrecerlo, en honor de los comensales, en inglés: hip, hip, hip.
Seguidamente el gran poeta Federico García Lorca leyó el siguiente discurso:
Queridos amigos: Desde que desgraciadamente murió la revista Andalucía,
que en aquellos años representó todo lo que había de puro y de juvenil en la
ciudad, se empezó a sentir la falta de un periódico literario que expresara los
ricos perfiles espirituales de este original y único pedazo de tierra andaluza.
Con Constantino Ruiz Carnero, José Mora Guarnido, Miguel Pizarro, Pepe Fernández
Montesinos, Antonio Gallego, Paquito Soriano, José Navarro y otros, hemos dado
largos paseos por la vega y las primeras colinas de la sierra, hablando de una
revista, de un periódico que expresara, que cantara, que gritara a los cuatro
vientos esta belleza viva y sangrante de Granada, esta belleza irresistible, que
tiene espada y que hiere como la música. Pero todo era hablar. Yo me culpo el
primero. Hay en todos nosotros el mismo germen contemplativo y la misma actitud
patética del don Alhambro de mi leyenda. Cinco o seis veces ha estado esta
revista a punto de salir. Cinco o seis veces ha querido volar. Pero, al fin, ya
está entre nosotros, viva, con ganas de vivir mucho tiempo; y olorosa a tinta de
imprenta, perfume que temen los muertos de espíritu y odia la burguesía; pero
perfume divino como el de los paseos en la madrugada, armadura de las creaciones
poéticas y señal inefable de lo que no puede morir.
Un grupo nuevo de Granada, unido al antiguo, se reúne en torno de este gallo,
y creo que ahora va de firme. Todos a una. Con el amor a Granada, pero con el
pensamiento puesto en Europa. Solo así podremos arrancar los más ocultos y finos
tesoros in dígenas. Revista de Granada, para fuera de Granada, revista que
recoja el latido de todas partes para saber mejor cuál es el suyo propio;
revista alegre, viva, antilocalista, antiprovinciana, del mundo, como lo es
Granada. Granada tiene un nombre en el universo y una corona de gloria. Granada
no es el café Colón, la calle de Pavaneras, la Gran Vía, etcétera. Granada es
otra cosa más permanente y más clavada en la conciencia nacional: términos
históricos, poéticos y rumor de belleza pura. No somos nosotros ya, gracias a
Dios, los granadinos que se encierran, sino los que salen, los que buscan, y los
que necesariamente encontrarán.
Al haber sido yo ahora inspirador de esta revista, he cumplido la voluntad de
algunos ausentes, de algún amigo muerto, y de todos los que escuchan. En mi
calidad de poeta de Granada lo he hecho. Un poeta siempre tiene cierto grano de
entusiasmo que comunica a los demás. El entusiasmo es una aurora que no se
termina nunca; hace crecer las plantas y levantar caballitos de blanca espuma en
las ondas tranquilas, y anhelantes de reunirse con su último destino: el agua
del mar. El entusiasmo es la fe candente, la fe al rojo por la esperanza de un
día mejor.
Con este entusiasmo ha venido el gallo. Todos hemos trabajado, y yo os
puedo decir que habiendo ya tenido algunos (perdón) triunfos populares, y de
élite, no he tenido nunca una alegría mayor que cuando anoche cogí la
revista en mis manos, como se coge a un niño, como se coge un haz de espigas,
como se coge un gallo auténtico de plumaje empavonado y cabeza nerviosísima.
Hay que proteger esta revista, queridos amigos, porque es la voz más pura de
Granada; la voz de su juventud, que mira al mundo, y, desde luego, la única que
se oirá fuera de ella.
Protegedla, proteged las ediciones de sus clásicos y haced posible una unión de
nuestros grandes poetas del siglo XVII y los escritores de hoy, a quienes amamos
y respetamos como maestros de forma y de contenido.
Nosotros, como ellos, sabemos hablar de nuestras cosas locales sin necesidad del
odioso, del abominable, del facilísimo costumbrismo y del antipático: "¡Ay Graná,
qué hermosa!"
Don Pedro Soto de Rojas, en la maravillosa Egloga de Marcelo y Fenijardo,
dice, descubriendo nuestra universal sangría:
De su piel despojado
entre el añejo vino, en vaso hermoso
te serviré el melocotón sabroso
que después de cortado
sangre derrama en su color dorado.
Y habla así de la horchata:
Desnuda y sin camisa,
bien que casta, nadante en linfa pura,
a tomar de sus labios su dulzura
vendrá la almendra lisa
con blando orgullo, derramando risa.
Ese es nuestro camino. La tradición poética viva y la actual recién cuajada.
Melchorito Fernández Almagro, uno de los jóvenes ya grandes fuera de Granada, ha
brindado por nuestra ciudad en un precioso artículo de la revista. Tiene razón.
Brindemos porque se extingan pronto los malos granadinos que no la dejan decir
su mejor canto, y pidamos a Dios, aventureros, locos, gente que derroche el
dinero para que en la ciudad vibre toda la fuerza que tiene escondida, y haya un
atleta desnudo que con un martillo de oro vaya abriendo a la fuerza de los puños
cerrados, florecidos con el salitre de la avaricia.
Después, don Francisco García Lorca dijo:
"Amigos, colaboradores y simpatizantes del gallo.
"Azares de la suerte y el hecho de tener edad bastante me han hecho director de
nuestro gallo. Mi brindis, si yo fuera capaz, debería ser el más importante;
pero las direcciones, como las presidencias, están donde está el presidente;
esta dirección, la mía, está fragmentada y concreta como la aurora en los
innumerables cantos de gallo que la preceden y acompañan. Continúa diciendo que
nunca se le otorgó al gallo el carácter de que goza: es el anuncio de auroras
por derecho propio; así este gallo no espera que nadie le unja, pues ya es él,
como sus hermanos, heraldo de mejores días. Yo brindo porque todos nosotros
sintamos la necesidad de su canto, como el alba necesita del canto de los gallos
para humanizarse; pues será buena señal que nuestra ansia de renovación exija
siempre cantos de gallo, y que haya siempre un gallo como este, que responda
alegre, certero y audaz".
Hablaron a continuación don José Navarro Pardo, quien planteó "tenebrosos"
temas; don Francisco Campos Aravaca, en defensa de los ocho últimos años del
siglo XIX y del primer trozo de la calle Pavaneras; don Juan M. Gallego en
defensa de los intelectuales desconocidos; don Joaquín Amigo y don M. López
Banús tirando a dar al siglo XIX; don C. Ruiz Carnero, en pro; don Fernando
Valcárcel, en contra; don Luis Jiménez, don Nicolás Ramiro, don Hermenegildo
Lanz, don Antonio Luna (en alemán), don Miguel Rodríguez Acosta (en inglés) y don
José Serrat.
En atención a no poder llegarse a un acuerdo en la valoración del siglo XIX, un
"gallo" maduro suspendió el banquete por orden superior, hasta el próximo número
en el mismo sitio y en la misma plana.
(9 de marzo, 1928)
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